Por los pasillos del Castillo flotante comenzaron a sonar pisadas que, poco a poco, fueron haciéndose más audibles. Pronto una gran figura apareció subiendo las escaleras que daban a la Sala de Reuniones. El general ya estaba en su morada, el eco del repiqueteo de su armadura resonaba por las paredes, causándole recuerdos imborrables de su memoria.
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La Sala de Reuniones no tenía puerta, la entrada era una apertura en la pared en forma de arco y cubierta por unas grandes cortinas rojas con detalles dorados. Con su guantelete el general palpó la tela de la cortina, sin poder disfrutar de su suavidad; y la apartó, dejando al descubierto toda la estancia. Tan solo una mesa en forma triangular, con doce sillas alrededor de ella y tres tronos en cada una de las puntas del triángulo, que por supuesto, era equilátero.
Sin embargo, no todo estaba igual que antes, ahora la mayoría de las sillas estaban desocupadas...la mayoría. El general se complació al ver a tres más, sentados. Les reconoció al instante: el primero de todos era Shizumaru, conocido también como "El Domador de Bestias".
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Era el único de los Generales que no tenía silla, pues siempre iba montado en Karnak, una especia de felino del tamaño de un hombre y de aspecto amenazante, capaz de rajar piedras con sus poderosas garras.
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El segundo de ellos era Odoriko: "El Maestro de las Espadas", experto en combate cuerpo a cuerpo.
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Finalmente, el tercer general era una hermosa mujer llamada Yuki.
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Tanto esta última como Shizamaru estaban Arrancarizados. La mujer llevaba una máscara a modo de diadema, en cuanto a la del domador, simulaban dos grandes orejas felinas sobre su cabeza.
Cuando el General de Yelmo alado entró, todos giraron la cabeza, pero solo uno habló: Shizumaru.
-Ha pasado mucho tiempo...Saev.Haciendo caso omiso a sus palabras, el recien nombrado se sentó en su sitio, justo despues de Odoriko.
-Eres escoria domador, cómo osas usar poderes de shinigami ¿Acaso desprecias a tu propio pueblo?.-¿Estas diciendo que yo también desprecio a los Hollows?Ante la suave voz de Yuki, Saev calló y contuvo sus palabras. Observó como Shizumaru le miraba divertido desde el lomo de su bestia.
-No rías tanto, aún con tus nuevos poderes sigues siendo el General más débil.Karnak emitió un rugido amenazador y su amo desenvainó unos centímetros su zampakutoh, aún con la sonrisa en la cara.
-¿Quieres probar?-¡Ya basta!Una potente voz sonó desde el pasillo de entrada a la sala, pero antes de que nadie pudiera parpadear, un encapuchado estaba sentado en uno de los tres tronos: Mienai el Sabio.
-Durante la guerra las diferencias entre personas del mismo bando quedan olvidadas. Y si estais aquí es porque la guerra ha vuelto.El extraño individuo con aspecto de monje comenzó a explicarles el plan que ejecutarían una vez se reunieran todos los efectivos disponibles. Cuatro generales y un Sabio, ese sería el principio del fin...